viernes, 31 de agosto de 2012

Dejen de llamarme así...

Madrugada nefasta. Aquí el sol nunca entra y me percató que amanece por el desafinado canto de algunos pajarracos. Madrugada nefasta digo, porque mezclado con ese cantar pude saber gracias a un eco que me llaman Dr. Sombras. Si ellos supieran en el peligro que me ponen al llamarme así. Escuché el eco varias veces, en tonalidades distintas y timbres de voces diferentes. Ese apodo encierra una verdad. Verdad peligrosa. Verdad que en este lugar parece ser pretérita. Espero que la divulgación de mi apodo no me traiga inconvenientes, por ahora no hay otra opción que dejar las cosas como están. Espero con ansias tener contacto con alguien, con alguien físico y real, con alguien que se encuentre en la misma situación que yo. Con esos que, indirectamente, sé que existen aquí adentro. Esos que escuché anoche, alguno de ellos al menos. Si tan sólo pudiera intercambiar unas palabras con el Carnicero, con Bolt o con cualquiera... quizá pudiera a partir de ellos tener más claro donde estoy, porqué estoy acá... Paciencia... las oportunidades, como las liebres, siempre aparecen en el horizonte. Incluso aquí, donde el horizonte sólo se anima a mostrarme ladrillos gastados y percutidos por la humedad. Paciencia, ya caerán las hojas. Amigos, mientras tanto, les pido nuevamente su ayuda para salir ileso de este infierno. Escucho ruidos lejanos... debo poner punto final. Enseguida vuelvo... o al menos eso espero...

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